Por Rafael Juárez
¿Te preguntas por qué decimos que a hay que hacerle caso a tu diseñador?... Imagínate que eres médico. Traumatólogo. Luego de pasar 10 o más años quemándose las pestañas en la universidad y en los hospitales, viendo infinidad de piernas y brazos rotos, pacientes morir y salvarse. Luego de todos esos años de experiencia, monta un consultorio. Has decidido ganarte la vida haciendo lo que mejor haces.
Llega a tu consulta un paciente con una fractura abierta de antebrazo... Tú ya sabes qué hacer, lo has visto mil veces. Tú estudiaste para esto; tú sabes cómo se maneja un caso así... pero tu paciente te dice:
"No... yo no quiero tomar Penicilina, un amigo mío toma Flores de Bach... sí... las vamos a rociar tres veces al día durante la luna llena sobre la fractura. También quiero que me haga un récipe para Lexotanil, porque durante la luna llena yo me pongo muy inquieto y ansioso. El yeso lo quiero de este material floreado que compré en una tienda de manualidades... y no, no necesito esa cirugía para poner el hueso en su lugar, esa de la que usted me habla... no... no, eso no. Puede ponerme el yeso sin esa cirugía, ¿verdad?"
Aunque esto te parezca absurdo, es lo que nosotros los diseñadores vivimos DÍA A DÍA. Nuestros clientes llegan con una gran cantidad de requerimientos y exigencias, muchos de ellos lógicos y sensatos, otros ingenuos... otros absurdos.
Y es que el diseño y todo trabajo creativo es como la psicología o la educación: todos sabemos de eso ¿verdad?
Este es un drama que vivimos todos los que trabajamos en medios de comunicación. Y si bien es cierto que el cliente está pagando por un servicio, es mucho más cierto lo siguiente:
El contratar expertos para que los asesoren y luego ignorar sus consejos es una práctica muy poco recomendable.
Si no tienes experiencia comprobada en disciplinas como mercadeo, diseño gráfico, diseño web y tendencias de comunicación social, manejo de público, diseño de interfaces, etc., es muy poco probable que tú sepas más de esos aspectos que el experto al que contrataste (si lograste contratar a un buen experto, claro está).
Es lógico pensar que tu proyecto debe ser algo que ame, algo que te guste, pero también es importante tener en cuenta algo que es la piedra fundamental del trabajo para los medios de comunicación (internet incluido)... NO TE TIENE QUE GUSTAR A TI. Le tiene que gustar al público al que tú te diriges. Tiene que FUNCIONAR para el público al que intentas llegar.
Recuerda que no estás adquiriendo un ítem de uso personal como un cuadro, pantalón o un mueble que vas a poner en tu casa y que solo lo vas a disfrutar tú en la comodidad de la intimidad, sino que estás tratando de desarrollar un proyecto que va a ser visto / usado por un grupo (muy grande quizás) de personas que son diferentes a ti y que en realidad tú NO conoces. Tu diseñador sí.
Alguien que lleva 5 o 10 o 15 años trabajando de forma exitosa en este ámbito, ha trabajado ya con varios clientes parecidos a ti, ha resuelto muchos retos, ha cometido muchos más errores y ha aprendido de ellos (en el mejor de los casos)...
Cuando tu diseñador experto te insista en cosas como:
¡Haz caso!
Te recomendamos aplicar la regla de "el cliente siempre tiene la razón" con mesura y delicadeza a la hora de enfrentarte a tu diseñador o desarrollador. Tu diseñador no quiere complacerte a ti, él quiere que el trabajo que está realizando SIRVA y SEA RENTABLE.
En muchísimos casos, clientes nos han pedido realizar tareas que nos han parecido absurdas, dañinas, deteriorantes, innecesarias y en muchos casos, de muy mal gusto. La discusión siempre ha sido la misma: "yo soy el cliente y el cliente siempre tiene la razón"; en ese caso, se llega a una situación bastante difícil para todos: