Del chico de las compurtadoras al marketing con consciencia

Un relato de cómo pasé de ser diseñador web a construir un programa de formación en marketing de contenidos

Actualizado el 16 de diciembre del 2019

Te cuento el proceso de cómo y por qué se materializó Content Creators School para que tomes lo que te sirva en  tu propio ejercicio de concreción de realidad.

Psicología , ¿por qué?

Siempre me importó  entender  el por qué de las cosas;  al ser una persona de inclinación artística y tenerle miedo a la matemáticas o afines, decidí estudiar psicología, fue mi segunda opción (la primera fue Comunicación social). En ese entonces no me importaba de qué iba a trabajar, solo quería entender, entenderlos, entendernos.

Mi paso por la carrera fue extremadamente sencillo pues  yo estudiaba sin querer / saber en todo momento de mi vida. Por eso fuí tan receptivo a ese verdadero reto que se cernía sobre nosotros: la revolución informática de los 90.

El chico de las computadoras

Cuando comenzó la revolución informática y aumentó el uso de las computadoras personales yo ya estaba ahí, cerca;  gracias a mi padre y amigos que se destacaban por visionarios y fanáticos del progreso, tuve la oportunidad de echar mano a mis primeros ordenadores de una  forma bien intensa:

Al ser amigo de estudiantes de ingeniería informática, experimenté  el camino de quién se relaciona con  esta tecnología desde el punto de vista de un creador. Perdí el miedo a armar / desarmar, configurar / reconfigurar... y, en el proceso, poner la cagada un sin fin de veces.

Al ser amigo de personas que vendían computadoras pude vivir la experiencia de quien compra, vende, arma y desarma estos aparatos para vivir.  Me convertí en el puente comercial entre los poco sociables programadores y el afable proveedor de ordenadores; vislumbrando un oficio y  forma de mantenerme económicamente.

Esa dinámica me llevó a experimentar la computación desde un nivel  bien profundo, me convertí en el que ayudaba a todo el mundo a comprar equipos, configurar sistemas operativos, instalar programas...  e incluso aprender a  usarlos. Y así fue con lo programas de diseño gráfico.

Éstos programas tenían la particularidad de ayudar a mi lado creativo a expresarse al mismo tiempo que podía responder a las crecientes peticiones que rápidamente de "véndeme un CPU" a "por casualidad no sabrás hacer una tarjeta de presentación?".

Rápidamente me di cuenta de que hacer diseños era mucho más rentable que vender ordenadores y me dediqué al diseño gráfico,  era 1995 y en ese entonces el diseño  gráfico digital estaba en pleno ascenso.

La Internet de los 90

Acompañado de un equipo de visionarios y desadaptados, comenzamos en 1996 a materializar ÁREA VIRTUAL, una empresa de desarrollo de páginas web, una de las primeras en mi país de origen. 

Luego de graduarme de  psicólogo social comencé a trabajar como diseñador web, un oficio no documentado por el sistema; muchos como yo comenzamos a crecer y crear en la marcha una tecnología, un lenguaje, una profesión, una cultura. 

En ese entonces ya era suficiente novedad el desarrollo de estas herramientas como para darnos cuenta de la magnitud del camino que faltaba por recorrer. Mientras que muchas personas se mantenían enamorados de papeles, faxes, cheques,  catálogos y revistas, tuve la suerte de vivir de primera mano una de las revoluciones más importantes de la historia humana: la revolución del conocimiento y la información digital.

A medida que la internet comercial evolucionaba, comenzaron a llegar cada vez más clientes interesados en poner su empresa en línea;  fue una época muy divertida y yo ganaba lo suficiente como para no pensar en nada más.

Del diseño web al Marketing digital

Poco después comencé a darme cuenta de que casi ningún cliente lograba hacer ganancias del trabajo que hacíamos para ellos y que los únicos que ganaban dinero del ejercicio éramos nosotros.

La lista de páginas web que estaban condenadas al fracaso crecía; la búsqueda de las razones me llevó a incursionar en el  Marketing, es obvio ahora decir que una página web debe ser vista como una  herramienta dentro de un proceso mucho más complejo que involucra muchas otra áreas de conocimiento, antes, para muchos, no lo era.

Fue entonces que comencé a aprender sobre marketing y darle el giro a nuestra empresa de ese momento Movidagrafica para dejar de ser un simple estudio de diseño a ser una agencia de marketing; fue un camino autodidacta y orgánico en el que vivir a fondo la cultura democrática y compartida de Internet fue clave del éxito.

Fue ese proceso el que me llevó a entender que nos estábamos convirtiendo en una  sociedad donde la generación de conocimiento estaba evolucionando fuera de las academias; pasamos de ser simples consumidores a ser consumidores que generan contenidos, que comparten lo que aprenden, que son movidos por esta tendencia de generar nuestra propias estructuras de conocimiento.

Del Marketing digital al emprendedor frustrado

Nuestro servicio se expandió de simple diseño  a creación de estrategias, análisis de mercado, creación de campañas, métricas, pautas y KPI´s... Sin embargo el drama continuaba, todavía la mayoría de los clientes que atendíamos no tenían el éxito que esperaban, la mayoría no tenía ningún tipo de éxito. 

¿Qué podía estar fallando?

Pude notar que lo que menos valoraban era la asesoría,  rara vez un cliente que busca una estrategia de marketing aceptaba pagar por ella; en general, fueron contados con los dedos de una mano los clientes que mostraban interés por entrar en  esta dinámica de aprender por cuenta propia, compartir  y crecer; por lo general que todo era cuestión de plata: pagar por unos servicios de una agencia, vender y esperar el éxito.

Para mi, emprender implica un proceso de desarrollo y aprendizaje en el que solo los que van "con todo" , los que van más allá, aprovechando y aprendiendo todo, son los que triunfan; el resto, por más dinero que quieran, se quedan en el camino. 

La frustración me ahogaba; me vi subvalorado, trabajando cada vez más para ganar lo mismo, ahogado en un oficio que se desvirtuaba rápidamente.

Obviamente el problema era yo, no los clientes.

El hastío de atender gente que necesitaba tecnología y estrategias complejas pero no quería aprender de ello y luego no entendían los motivos de sus fracasos, me llevó a un estado de desmotivación que casi me acaba; por meses me sentí cansado, que mi camino se acababa y que lo próximo era renunciar a mi costosa autonomía y buscar un empleo.

O no?

Un nuevo emprendimiento

Tanto contenido, tanta experiencia, toda una vida dedicada a ayudar a otros no tienen porqué terminar archivados en un escritorio de una corporación... Necesitaba conectar con otro tipo de realidades.

Llega el momento de darme cuenta de que mi nuevo emprendimiento debía tener las siguientes características:

Trabajar en base a mis habilidades más potentes y satisfactorias

Definitivamente el proceso de madurez debería llevarte a encontrar la prosperidad en un entorno  de libertad, aunque para eso sea necesario pasar por épocas de lucha y autodescubrimiento; en mi caso comprendí que debía trabajar con la emoción, con el ayudar y con las personas en directo.

Un modelo didáctico, no de servicios

Definitivamente fue momento de darle la justa forma a la relación con los clientes; en mi caso, llegó el momento de enfocarme en la formación y compartir experiencias, dejando de lado la prestación de servicios tradicional.

Descubrí que quiénes están en la búsqueda de vivir de lo que aman, no necesitan solo una agencia de marketing  sino un servicio de acompañamiento que les ayude a convertirse en entes productores de sabiduría, de belleza y de ganancia; definitivamente es necesario comenzar a hablarles a quienes deseen escuchar , trabajar en un nivel mucho más profundo  y enriquecedor; en aspectos superiores al simple intercambio monetario.

Otro tipo de clientes

Atender cientos de emprendedores me hizo entender que el caminar el camino de la independencia económica es un proceso que se vive con todo el ser pues todo lo que necesitamos aprender para llevar una idea al mundo real  abarca cambios que van desde lo emocional hasta la misma definición del Yo.

La única manera de  que mi permanencia en este mercado tuviere sentido era  encontrar con personas que pudiesen ver el emprendimiento desde un punto de vista más global y menos mercantilista.

El taller que lo cambió Todo

En la búsqueda de advertir a mis colegas sobre el camino que había tomado  y sus periplos, creé el taller "Diseñador Gráfico: 15 cosas que no te enseñaron en clases".

Ese taller lo cambió todo.

  1. La motivación: ayudar a otros diseñadores y afines a evolucionar como profesionales.
  2. El proceso: Crear y compartir conocimiento y experiencias.
  3. El resultado: Aprendizaje, ganancia económica y emocional

Esa experiencia me hizo vislumbrar una manera de hacer todo lo que yo sabía hacer en un contexto mucho más:

Rico: El intercambio no es solo monetario, es experiencial, emocional, se hace networking, se hacen nuevos clientes, aliados, seguidores y detractores

Ameno: el poder conversar con un  grupo de gente que de partida  están agradecidos por tu iniciativa es extremadamente  agradable

Rentable: Poder hacer en un día tan intenso y  agradable lo que normalmente haría en  una  semana atendiendo muchos clientes fue un golpe de poder para mi!

Poderoso: No solo estás dando un conocimiento  y cobrando por  ello,  estás empoderando a un  grupo de gente cuyos destinos se ven modificados en ese momento.

Entendí la diferencia entre tener un negocio y VIVIRLO como proceso emocional, ontológico, evolutivo y compartido. 

A partir de ese  taller y sus secuelas pude comenzar a crear  un modelo de marketing poderoso, profundo, consciente e inteligente.

 

 

Emocionaligencia: La inteligencia emocional de Rafael Juárez, Coach Ikigai & Psicólogo Online